Don Tomás Prieto de la Cal es uno de los pocos ganaderos románticos que quedan en el mundo. Un hombre con las ideas claras, mirada serena y firmeza en las riendas de una ganadería que como él afirma “va a contracorriente”. En las preciosas praderas de la finca La Ruiza, donde pastan los temidos toros de Don Tomás, charlamos de la situación actual de la fiesta, de su concepto ganadero y de su debut en los festejos populares de Valencia, algo que le motiva ya que será la primera vez que “las dos únicas ganaderías del mundo que tienen sangre vazqueña” se enfrentarán en este desafío vazqueño de recortadores y forcados en la mañana del 11 de marzo.

La ganadería de D. Tomás Prieto de la Cal es una de esas vacadas que enamoran. Una ganadería con preciosos pelajes y miradas duras llenas de fuerza y agresividad. Toros expresivos, fieros e imprevisibles en su actitud y ojos brillantes cual luchadores.

“Las únicas ramas vazqueñas que quedan en el mundo son la de D. Fernando Pereira Palha y la mía”

“Yo tengo otro concepto de ganadería diferente, otro idioma distinto. Yo tengo otro toro que era el que ha existido siempre y ahora se pretende que el toreo cambie, y eso es muy aburrido para mí”, afirma Don Tomás.

El ganadero se siente contrariado con el actual estado de la fiesta, que afirma estar gobernado por pocos y deja de lado a la parte más importante. “El toreo actual no valora lo suficiente al principal protagonista: el toro”. Su concepto romántico de este animal totémico hace que le cueste “mucho más que lidiar en festejos populares lidiar en rejones. Porque para empezar hay que cortar los pitones y eso me duele en el alma”. El ganadero no comprende la lidia de sus toros sin el caballo de picar que es la principal medida de la bravura. “Si en las calles o en un concurso de recortes hubiera un caballo de picar lidiaría muchos toros en este tipo de festejos”.

El ganadero onubense afirma que “la clave de la fiesta está en que el toro sea imprevisible y que haya emoción. Y eso en el concurso de recortadores se produce. Ahora nos pretenden hacer ver que el toro tiene que tener un comportamiento que el que se sienta en la grada ya sabe cual va a ser, y eso no es así. Es un error. La gente deja de ir a las ferias porque todo es previsible”.

“Yo no soy un ganadero de ‘weekend’ (fin de semana), sino que vivo aquí en el campo a pie del ganado y verdaderamente soy feliz. Crío un toro que me gusta. Mi único motivo de la selección es conservar la sangre veragüeña – vazqueña e intentar que me echen a competir con los demás ganaderos en las grandes ferias. Y si pudiera ser con un compañero, el único que tiene una sangre parecida a la mía, pues encantado”, relata D. Tomás Prieto de la Cal.

Los toros de Prieto de la Cal, prototipo del toro antiguo vazqueño.

El toro de Prieto de la Cal es un toro muy diferente en su comportamiento, “morfológicamente la gente lo aprecia por su pelaje. Yo lo aprecio por su mirada penetrante, que da un poco de respeto. Esa mirada mezcla de nobleza e inquietud no la tiene ninguna otra sangre que no sea esta. Hablan de Santa Coloma y Santa Coloma tiene otra mirada distinta. La mirada de mis toros penetra y dice: allá voy. Y eso hay que tenerlo muy presente con el manejo en el campo”.

En su comportamiento son muy fogosos de salida. “A mí me gusta que vayan a matarse de salida, aunque después se agoten y no sean tan duraderos como otros. Pero tienen que dar todo de salida y tienen que mantener su bravura hasta el final”.

Don Tomás Prieto de la Cal cumple sus sueños día a día, pero en su cabeza ronda un sueño más profundo, familiar y romántico, alejado de los triunfos o de las grandes ferias: “la ganadería empieza en 1755, en manos de los Vázquez está hasta 1830, después del año 1835 hasta 1910 en manos de Veragua y me gustaría que tuviéramos en la familia Prieto de la Cal otros 75 años. Por lo tanto ese sueño espero poder cumplirlo en el año 2020”.

Don Tomás confiesa ser muy supersticioso y afirma que a él no le gusta lidiar una corrida de 6 toros jaboneros “ya que generalmente me suelen salir mal esas corridas”, aunque confiesa que no debería serlo ya que alguna vez ha lidiado 6 jaboneros con éxito. Una superstición que también le lleva a no ser partidario de lidiar en días 13 o evitar en los herraderos el citado número, saltando del 12 al 14 en las marcas de fuego.

Respecto a la situación actual de la fiesta y el papel que juegan los festejos populares afirma que “hoy en día vivimos un momento en el que el festejo popular supone mucho más futuro para la fiesta que la corrida de toros. Supone más afición al toro que lo que es la corrida. En cualquier espectáculo, bien sea el fútbol o el baloncesto, por ejemplo, el que paga manda. Pero en el mundo del toro no solo no manda sino que lo desprecian. En los años 50 no era así. En aquella época la fórmula taurina era los mejores toros de las mejores ganaderías con los mejores toreros. Entonces el público se sentía atraído. Ahora no, ahora lo desprecian. ¿Dónde el público manda? En el festejo popular, sin duda”. El ganadero termina diciendo que “los festejos populares van a más cuando las corridas de toros, por la organización que hay en el mundo taurino, van a menos”.

Los toros de Prieto de la Cal son el fiel reflejo de Don Tomás. Unos astados marcados por una personalidad única, como lo es la de su ganadero: sincera, directa y romántica. Un ejemplo a seguir, una vida entregada al campo basada en los cánones de los ganaderos antiguos, aquellos cuyos toros generaban respeto y admiración a partes iguales, tanto del público como de los toreros.

LA CASTA VAZQUEÑA DE D. TOMÁS PRIETO DE LA CAL Y D. FERNANDO PEREIRA PALHA EN FALLAS

El proyecto del desafío vazqueño supone un aliciente para D. Tomás que indica que su ganadería y la de D. Fernando Pereira Palha son las dos únicas ganaderías vazqueñas que hay en el mundo.

“Para mí es un honor y un orgullo lidiar mis toros en un desafío vazqueño. D. Fernando Pereira Palha era un ganadero de la misma filosofía que yo. En realidad de la misma filosofía que los ganaderos del siglo XVIII, siglo XIX y principios del siglo XX. Creo que en aquella época todos los ganaderos tenían un espíritu romántico, y actualmente ese romanticismo se ha perdido. Ese es el primer aliciente y el segundo es que se vean en un festejo las únicas ramas vazqueñas que quedan en el mundo. El que diga que tiene algo vazqueño miente. Siento decirlo con tanta claridad pero es así. Las dos ganaderías que mayor porcentaje vazqueño tienen en el mundo son la de D. Fernando y la mía.

Creo que tenemos mucho futuro pese a las corrientes taurinas de hoy en día porque lo que verdaderamente va a prevalecer es la fiesta del toro. O es la fiesta del toro o es la fiesta de los toreros. O es una lucha o es un ballet. Yo soy partidario de la fiesta del toro, de la lucha. Aunque el torero es una parte importantísima, en este caso serán los recortadores y los forcados”.

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